Confirmando sospechas.

Frente a la gran reja que delimitaba junto con un muro y enrredaderas la mansión del Conde, sobre su corcel negro con una tela azul sobre su lomo y una cuerda de cuero negra, trensada al cuello del animal el cual utilizaba el joven para sostenerse a parte de las crines del mismo. La amplia túnica azul desgastada y maltrecha caían por las ancas del animal y solo se veían los pies del encapuchado cubiertos por unas botas cómodas marrones, se veían viejas y manchadas por barro y manchas oscuras que parecían ser sangre o quizás solo vino. Desmontó al pararse delante de las rejas, un sirviente se aproximó. - Deseo hablar con el conde de Northerland - solo recibió una negativa con un rostro de asco. Pues la túnica desgastada y rota incluso presentaba colores dgrisados en la zona de las rodillas y codos así como en algunas partes algunos remientos, sin mencionar los desgarres por el uso en sus mangas y bajos, estos últimos se evidenciaban por ser arrastrados cuando caminaba, su rostro cubierto por la capucha quedaba completamente sumido en sombras acentuados por los largos cabellos negros y lasios que caían por el agujero de la capucha y se posaban en el pecho del varón pasando su cintura por la largura de estos. Ante la negativa se remangó lo suficiente para dejar sus manos al descubierto y posando ambas en las rejas de metal dejó que un golpe de magia las partieran, simplemente contrajo y expandió sus moleculas causando resquebrajaduras en la estructura del metal. Solo emujó las rejas para hacerlas caer en pedazos a lo que el sirviente salió huyendo a gritos hacia la mansión mientras el encapuchado, tomando al caballo por la cuerda, comenzó a entrar tranquilamente a paso de paseo por el camino que llevaba a la mansión.

El sirviente entró corriendo a la mansión, espantado y lanzando gritos a todos lados, era cierto que tenían guardias, no obstante estos se encontraban en su descanso diario, vaya hora que había elegido el alquimista para llegar.

El conde se encontraba confundido, ya llevaba un día con la mirada fija en el techo, tirado sobre la cama en pocisión de cruz, no había manera de obtener información alguna e incluso, temió que alguien de esos tipos volviera para asesinarlo.. Él era sólo un mortal, como dijo el chico, pero algunas veces no se sentía como uno.

Cuando uno de los gritos llegó a sus oídos, se puso de pie descalzo, en jeans de mezclilla y una camisa sin mangas (típica vestimenta cuando deseaba estar cómodo y que no esperaba a nadie), después de acomodar la camisa bajó prácticamente corriendo las escaleras, escuchando a su sirviente.

"H-Hay un monstruo... ¡¡Un monstruo ahí afuera!!"

El conde extrañado, se asomó por la ventana y observó al ser .. Las mismas pintas que el chico .. Definitivamente podría ser mortal.. O interesante. Pero ya que no tenía escape ni de un hechizero o un monstruo, decidió confrontarlo. Le pidió la camisa al sirviente y este se la dió sin titubear, así se la colocó y sin fajarla, salió descalzo a recibir al indigente.

Siguió su camino y al estar frente a la puerta, ocupado en amarrar a su caballo en una de las columnas del portico escuchó la puerta ladeando su rostro encapuchado hacia esta para ver al pelinegro aparecer. Tal como esperaba, era el calco de su hermano, ¿pero que se podía esperar de gemelos? Terminando de atar el nudo se acercó a él, sentía una presión en su pecho, hacía demasiado tiempo que no lo veía pero algo era diferente... tenía sospechas y estas se intencificaron al escuchar a El Líder preguntarle con tanta desesperación a su hijo por que no había matado a ese hombre, el Lucius que él conocía no dañaría a su propio hermano.

- Lucian. Tanto tiempo sin vernos... - dijo sonriendo por más que esta sonrisa era dificil de ver por las sombras de la capucha, incluso en el día esta caía por justo arriba de la línea de susu ojos y algunos cabellos largos surcaban su rostro desdibujandolo.

Cuando vió que el hombre se preocupaba por encontrarle un lugar a su animal, dejó de considerarlo peligroso, incluso le parecía familiar, pero por mera precaución se quedó a unos metros de él, observándole sin dar indicios de asco o rechazo. Sólo el nombre que había mencionado le causó una expresión extrañada.. ¿De dónde conocía ese nombre?

- Lo lamento, caballero, pero ese no es mi nombre y .. Temo que no le conosco.

Ladeó su rostro extrañado, las cosas dejaban de tener sentido por un lado y comenzaban a tomar una forma extraña - Mis disculpas entonces. ¿Cual es su nombre entonces, conde? - Preguntó con la mayor cortesía que podía, pues desacostumbrado a moverse con etiqueta había perdido toda la que había ganado en su juventud... de igual manera si la etiqueta y los modales caducaran, estos ya estarían más que vencidos...

La última vez que había dicho su nombre recibió una amenaza, quizás en esa ocasión definitivamente iban a darle el tiro de gracia. Se quedó quieto, con los brazos a los costados y ladeando el rostro en manera temerosa, intentaba pensar en una solución, mas únicamente pudo responder con su sobrenombre.

- .. Me conocen como el Conde de Northerland.

- Un gusto, Me conocen como "El Alquimista" - Hizo una leve reverencia con su cabeza y con su mano acomodó los cabellos largos que se había interpuesto en su rostro, apenas se notaron sus ojos verdes y un rostro amable y juvenil, razgos como la nariz y la forma del rostro eran similares a los de él así como a los del joven que había estado la noche anterior, pero su mentón era ás afilado - Ahora digame, ¿Cual es su nombre, conde Voltaire? -

Algo de sorpresa se mostró en su rostro cuando miró parte del rostro del hombre, definitivamente era bastante parecido a él, podría ser su hermano, pero nuevamente, este llegó con la pregunta que tanto le estaba preocupando, la razón de su nombre. Resignado, soltó un suspiro y respondió.

- Lucius Voltaire.. Es lo único que recuerdo sobre mí. Todos los recuerdos de mi pasado ya no existen.

Frunció su seño al escuchar aquello, todo comenzaba a tener forma lentamente. Miró a su alrededor para volver su mirada al hombre - ¿Puedo pasar? me gustaría hablar con usted tranquilamente y en un lugar a solas. Descuide, no le dañaré. Solo deseo hacerle algunas preguntas -

Ahora estaba más tranquilo, el sujeto no había sido violento ni tampoco le había producido desconfianza. Asintió con la cabeza y con un ademán le indicó que le siguiera, avanzando hacia la puerta de la mansión para entrar, ignorando las reacciones de sus sirvientes. Lo primero que hizo fue desviarse hacia la derecha, donde se encontraba un pequeño pero cómodo estudio donde podía haber privacidad. Primero abrió la puerta para que él pasara.

- Bienvenido, esta es su casa. ¿Algo que desee de tomar o comer?

Como siempre, su caminar pausado y algo pastoso pero que le daban la sensación de deslizarse y no caminar pues los desgarros de su túnica se movían mientras este avanzaba. Ingresó al lugar negando con su mano, al alzarla quedó esta al desnudo al caer la manga hasta su codo dejando ver las pulseras opacas, cinco en total, todas diferentes y con algunas cosas colgando y sus manos con largas uñas quebradas y astilladas, no parecían sucias pero si algo amarillentas. Sin embargo su piel era suave y joven, alguien mas bien delgado - No, no gracias. Solo deseo hablar con usted, después si. - Se adelantó a un sillón donde se sentó cruzando sus piernas, la túnica cayó a ambos lados de su regaso y sus codos se apoyaron en el respaldo de su asiento. Graciosamente parecía una suerte de parca relajda en un fuerte tono zafiro.

El hombre tenía un enigmático estilo, así como actitud. Tomó asiento en el sillón de enfrente después de cerrar la puerta con llave, no quería interrupciones de ningún tipo. Cruzó sus piernas con cierta rebeldía y toque elegante, después acomodó uno de los rizos negros en su cabello.

- Mi atención es toda suya.

Cuando la puerta fue cerrada el hombre pasó sus manos por su rostro arrastrando con estas su cabello y capucha dejandolo caer hacia atras, sacudió un poco su cabeza para acomodar los mechones más cortos de su disparejo corte. Su cabello negro como el carbón era brilloso y sedoso, hilos de seda negra si se quería decir, lacio cayó hacia atrás y algunos mechones sobre su rostro y costados del mismo, apenas tenía volumen pues su cabello era fino. Sus ocelos eran de un impactante color esmeralda enmarcados en pestañas negras, su nariz era identica a la del conde al igual que sus labios carnosos y de sordica sonrisa. Solo su rostro era levemente más afilado en el mentón. No parecía tener más de 25 o 27 años. - ¡Ahh... ~! Esto ya me daba calor. Bien, Lucius. ¿Hace cuanto que no recuerdas nada? O mejor preguntado ¿Desde cuando recuerdas? - quería confirmar sus sospechas antes que nada.

Se quedó impactado por el galante tono del varón, verdaderamente increíble, no se imaginaba por cuál motivo ese ser se encontraba con tales fachas de indigente, con tan magnífica cabellera y rostro perfecto, era difícil de creer. Pero ahora debía concentrarse en la pregunta del varón, iba a serle de ayuda.

- Hace 9 .. o 10 años aproximádamente.

Ya sin cabellos o capuchas que le cubriesen sonrió cerrando sus ojos y bajando la cabeza conteniendo una risa. Todo era tan perfecto, todo encajaba tan bien. Se llevó su diestra a su rostro intentando calmarse y recobrar una postura seria, pero era demasiado delicioso el momento. Realmente sus uñas parecían algo ajeno a el resto del joven...

Finalmente alzó de nuevo su rostro sonriendo, le miraba con tal fascinación que parecería que el hechizero estaba enamorado del conde - ¿Y cómo recuerdas ese nombre? Dime, ¿has cambiado algo fisicamente estos 10 años? -

¿Qué le iba a decir? "Ah, estuve de paseo en el futuro y me perforé el ombligo." .. Buena broma. Intentó fingir una sonrisa despreocupada y pensar en otro hecho más, pero ahora que lo pensaba.. No había envejecido absolutamente nada en esos diez años, él se había inventado una edad pero .. ¿Y si era menos? No podía adivinarlo.

- ...No, no hé cambiado.

Era la último que necesitaba saber, se levantó y sin aviso solo se acercó y abrazó al conde - Lucius... realmente eres tu... - hironicamente sonreía pero un dolor en su pecho no se calmaba. A esa cercanía el aroma del joven era más que perceptible para el conde, ese aroma a sudor de caballo por el camino recorrido, un poco a tierra y humedad por el lugar donde vivía y un toque de perfume, pues había estado jugando con el regalo de Von Holle solo por diversión. Un abrazo firme pues temía que se le escapara.

Repetía en su mente, él lo sabía, sabía que aquel no era el Líder, sus sospechas finalmente, después de tantos años se habían confirmado. Ese cambio tan brutal de actitud no podía ser de Lucius. - Lucius, soy Vladimir... se que me dijiste que perdiste la memoria, pero soy tu abuelo y el joven que viste en la noche, era tu hijo. - apenas se separó para hablar - Sé que es difícil de creer... y yo aún no termino de comprenderlo... pero estoy seguro. -

El abrazo repentino le resultó extraño, sobre todo por los aromas convinados al mismo tiempo, lo que le hizo sentirse ligeramente mareado, aunque se preguntaba el motivo del tan estrecha expresión, quizás él sabía algo.

Cuando se dirigió a él por el nombre que creía, le pertenecía, sintió un alivio al ver que ese hombre le creía, pero poco a poco su rostro se fue transformando en una mueca de horror..

- ¡¡PERO SI PODRÍAS SER MI HERMANO MENOR, POR DIOS!!

Gritó exaltado, hechándose hacia atrás del sofá, obviamente era demasiado para él, pero por si fuera poco otro golpe le hizo quedar atontado, serio y curiosamente, alegre.

- ¿.. T-Tengo un hijo .. ?

Le sujetó por los brazos con fuerza, solo para evitar que se tropezara con algo pero le permitió retroceder avanzando él dejandolo sentarse en el sofá. Se quedó parado frente él unos instantes sonriendo hasta que se sentó junto a él - Tranquilizate. Los voltaire tenemos longebidad... es algo de familia. Y si, tienes un hijo. - no siguió hablando, solo esperaría a que se calmara y que él mismo hiciese las preguntas cuando estuviese listo.

Solo una pregunta quedaba en su mente... ¿Como había quedado Lucius sin magia...?

Sus puños se apretaron sobre sus rodillas y el rostro bajó hasta dejar la mirada perdida en el suelo, tanta información de golpe le dejaba mareado, pero ¿Cómo había llegado a todo eso? Ahora que alguien conocía quien era, debía informarse lo más posible de su situación.

- Dime .. ¿Cuál es mi edad real?

Tragó saliva con dificultad, tenía miedo de la respuesta.. De seguro era más jóven y tanta edad que se había calculado era un error, pues no quería cumplir los 30 años .. Se sentía viejo.

Pensó unos segundo - ... Hmmm... No recuerdo exactamente que año era, soy malo con las fechas, tendrás unos 52 o 53 años. Debería preguntarle a tu padre o Alexei seguro lo recuerda. - dijo sin preocupación alguna aparente, ya que él mismo superaba los 100 años.

Se quedó boquiabierto y con los ojos como platos, totalmente tiezo.

- .... T-Tengo más de 50 años .. Debes estar bromeando ..

Comenzó a tambalearse en su asiento hasta dejarse caer contra él, apoyando la cabeza contra su hombro, hablando como si estuviera traumado.

- ¿Qué más necesito saber? ¿Vas a decirme que soy un extra terrestre de otro mundo? .. ¿Que tengo mágia y la despertaré con ayuda de una hada mágica?

Estaba relatando casi un rol que había hecho en el futuro cuando le prestaron un computador, actividad muy común en esos tiempos.

Levantó su mano acariciando los cabellos de su nieto intentando calmarlo - Déja de decir incoherencias... ¿Hadas? Tu tienes un hermano gemelo, Lucian... tu naciste hechizero, él nació mortal... de alguna forma él te robó tu magia... - intentaba cuidar sus palabras y a su vez intentar él mismo desifrar el "como" pues el por que era algo predecible, más por su comportamiento - Tu, Lucius, eras el Líder de los Guardianes del Velo, tu hijo, Heredero, lo será algún día como su nombre lo indica. Tu hermano te arrebató todo y tus recuerdos... y tomó tu lugar. No sé como pudo hacerlo ya que él no poseía magia, apenas poseía longevidad, a los 30 años tu seguías con tu suave y tersa piel y él ya tenía algunas pequeñas arrugas en los ojos... - acotó como dato irrelevante dejando de acariciarlo y encogiendose de hombros.

Lo abrazó acercandolo contra él para obligarlo a que se recostara en su regazo y poder jugar con sus rizos haciendo pequeños tirabuzones con sus mechones - En un principio no notamos el cambio, pues... ustedes son gemelos y... bien, las capuchas cubrían los pequeños signos de la edad que podrían haberle delatado.. pero comencé a sospechar en su cambio de actitud, tu nunca le levantabas la mano a tu hijo, no más que un sacudón, él no tenía problemas en tirarlo al piso de una bofetada... tu eras más amigo del grupo, lentamente el se alejó y ya no estaba tanto entre nosotros, solo daba ordenes. Pero lo que más le delataba era su poder magico... no es ni la sombra de lo que era el tuyo, Lucius... - bajó la mirada para poder verlo sonriendo apaciblemente.

Su mirada se perdió en la pared a medida que el relato continuaba, parecía un niño infantil en el caiño de un padre, aunque en este caso se trataba de su abuelo. Al escuchar los maltratos hacia su hijo, recordó el rostro de este cuando le había gritado, causando un gran arrepentimiento en él.

- Ayúdame a recuperar a mi hijo.. Y todo lo que hé perdido.

Suspiró profundamente y su sonrisa se borró - No sé como... Tu hijo cometió el error... sin saberlo, comprendelo, no tiene experiencia y solo vive por complacer a su padre... aunque sin importar lo que haga nunca es suficiente para Líder. Él le dijo de ti, le dijo que te vio, que te nombraste como Lucius, y Lucian le gritó preguntandole por que no te había matado... Por generaciones nos mantuvimos en las sombras, y cualquiera que indagara de más debía ser eliminado. El apellido Voltaire solo vive en la memoria de los hijos de su casta, Lucius, nadie debe saberlo, culaquiera que lo sepa está condenado a la muerte, más si lo relaciona con los guardianes del Velo. - acarició sus risos acomodandolos a ambos lados del rostro del menor - Debes alejarte de aqui, desaparece de tu condado. Vete lo antes posible. No sé como devolverte lo que perdiste, pero intentaré hacer lo posible.... - se quedó pensativo y en silencio.