Perdido en mis pensamientos.

La chica la escena del ladrón había visto y le había llamado la atención, sin saber por qué se acercó a aquel joven peliblanco y luego a la mujer que tan agradecida estaba, solo sonrió y susurró:

-Felicidades, ha sido un estupendo trabajo

La gente del lugar la veía con cierto asco, puesto que parecía una sirvienta, estaba descalza, despeinada y vistiendo simples enaguas blancas, solo un libro tenía que parecía valioso pero estaba encadenado a su brazo derecho.

-Oh... No se apene- Sonrió con característica dulzura la chica y entrecerró sus párpados, encogiéndose ligeramente de hombros. Notó que alrededor no había nadie y suspiró

-Le deseo suerte entonces, joven... Por mi parte, mi ama Maitena me ha mandado a buscar información... -Alza el brazo en el cual lleva encadenado el libro, enseñándoselo- Y me ha dado la valiosa misión de cuidar esto mientras no está...-Sonríe apenada y baja la mirada, alzó los oscuros ojos e inquirió-¿Podría saber su nombre?

Negó con la cabeza, suspirando cansinamente antes de susurrarle con voz dulce para que no se sintiera muy decepcionado:

-Como lo siento, pero no puedo hacer eso. Debe ir al castillo Skykeeper y ver si será bien recibido por ellos, pero una criada no puede llevar a gente extraña así como así, en verdad, mucho lo siento joven Darkblade- Ella fácil se hacía pasar por una sirvienta pese a ser uno de los miembros de Skykeeper, puesto que nadie fuera del castillo conocía su apariencia real -Pero si va, estoy segura de que alguno de los miembros abrirá la puerta y le dará la bienvenida... Yo mientras, debo seguir, con permiso.-

La joven se volteó y caminó, arrastrando en aquella cadena el libro que parecía tan valioso, hasta que finalmente se perdió entre la multitud.

Siguió caminando, pasos sigilosos por estar descalza, por aquel concurrido mercado, mirando con curiosidad alrededor siempre en busca de libros nuevos. Se detuvo en un puesto con varios libros con dibujos en la tapa y leyó el nombre: "El caníbal come poetas" y era un libro de cuentos bastante bonito, de tapa dura. Pero fue el nombre del autor lo que le instó a comprarlo, en letras plateadas abajo del título decía el nombre de la persona que tanto adoraba:

"James Skykeeper"

-Disculpe... -Preguntó tímidamente al vendedor, este pareció reconocerla enseguida y sonrió de oreja a oreja- ¿Podría darme ese? -Señalando el libro que tanto le llamó la atención

-¡Ah! ¡Lucía! ¡Tanto tiempo sin verte! ¿La señorita Skykeeper te mandó a comprar otro libro?-El hombre parecía bien alimentado y tenía un gran bigota de color gris, también una calva que brillaba al sol-Te lo dejaré en veinte monedas de oro, ¿qué tal?

-Me parece perfecto -Una dulce sonrisa se dibujó en los labios de la joven, sacando una bolsita de monedas se la entregó y tomó el libro-¡Muchas gracias! -El hombre se despidió un un ademán de la cabeza, entonces prácticamente corrió entre la multitud, eufórica, se detuvo en una banca para tomar asiento y leer el corto cuento, que estaba escrito como poesía. Rió encantada, recordaba el día en que ese libro se había escrito.

Cerró el libro con cuidado y lo dejó en el regazo, con la tapa hacia arriba para que la gente pudiese verlo e inclusive admirar tan hermosos dibujos.

Repasó mentalmente el sueño que había tenido aquel día y en verdad no tenía nada de tiempo que perder, se puso en pise y sostuvo firmemente el nuevo libro junto con el que encadenado al brazo llevaba comenzando a correr en dirección al bosque donde un extraño edificio había visto en aquel sueño, esperando que los extraños estuvieran bien:

-Llego tarde, llego tarde-Repite como conejo blanco en Alice in Wonderland.

Siguió hasta perderse en la multitud, llendo al lugar curioso que la atención le llamaba



{Ahora iré a La Academia, donde Amelia está ^^}