Llegando {El Conde, La Pianista y la Pintora}

Había sido guiada hasta allí, para su desgracia, por Amber. Pero era eso o ir agarrada de la mano de Haunted cosa que no quería, sentí repulsión y enojo por ambos pero decidió quedarse callada y solo observar lo que ocurriría.

El llegar hasta ahí había tomado más de 45 minutos así que su vista se recuperó, pero aún sentía una leve sensación de molestia. Miró el castillo y frunció ligeramente el ceño ya que había recordado algo de hace tiempo y eso no le agradó. Unas sirvientas abrieron las puertas, solo las miró al pasar aferrándose a la mochila que ya tenía, su mochila negra con calaveras y otras cosas dentro.

Sentió una leve opresión en el pecho sin saber la razón, sus oscuros ojos se vieron ligeramente ocultados por los párpados mientras caminó hasta que otro sirviente abrió la puerta...

¿Cuántos tipos tenía trabajando para él? No lo sabía y ni se lo podía imaginar, además el sonido de sus tripas se hacían presentes una y otra vez, inclusive durante todo el viaje.

Era sumamente molesto, por no decir de lo más vergonzoso

No le quedo de otra que ayudar a la pintora puesto que seguramente, si Haunted la ayudaba, él no seguiría con vida. Su mirada inquieta, de lado a lado, nerviosa, no conocía su alrededor, no podía ser una broma, ¿acaso toda Inglaterra estaría de acuerdo para hacer una broma de tal escala?, era imposible, las casas, edificios, las calles pavimentadas, ¿dónde rayos había quedado ese rastro de civilización?...
Suspiro y siguió avanzando observando de reojo a los sirvientes, sus ropas, la forma en que trabajaban, todo… era como vivir una de las tantas historias que leyó de pequeña, recordó el libro de historia que llevaba en la mochila, ¿acaso la historia cambiaria?, solo quería regresar a casa, o despertarse en su cama y darse cuenta que era un sueño…

Afortunadamente, él sabía que no se trataba de una broma o un sueño, era la realidad y aunque tuviese sus desperfectos, le parecía maravillosa.. O almenos hasta que supo que tenía todo un arsenal de tesoros en el pasado y recién ese día se había enterado de que existía un hijo, un grupo del cual tomar responzabilidad y .. ¿Habría una esposa por ahí? No tenía idea, era lo que necesitaba confirmar.. Además de su poder.

Los sirvientes recibieron al conde justo cuando llegó, acostumbrados a las espontáneas salidas y llegadas que este mostraba y sobre todo, a los extraños individuos que solía cargar a su lado y que siempre solicitaba comida para ellos, el mayordomo ya creía que el castillo de altas torres y abundantes jardines sería una casa de caridad.

- Preparen la cena cuanto antes, tenemos invitadas.

Mencionó ya entrando al castillo, había gran cantidad de ventanas y adornos en blanco, como si fuese adorador de la luz. Los detalles en oro, plata y cuadros gigantescos de excelentes artistas no se hicieron esperar, tampoco los muebles de época. Se detuvo antes de subir las escaleras del segundo piso, girándose a ellas.

- Bien, les daré una habitación a cada quién y una mucama para que las ayude a bañarse y vestirse, usamos tinas en estos tiempos, no hay rápidas duchas ¿De acuerdo? Ah, también usarán corsé.

Escuchó atenta cada palabra que decía Haunted, en su cabeza oyó el sonido de un disco rayado cuando dijo las últimas cosas:

-Momento, que yo me sé bañar y vestir sola. No necesito que una mucama o quien sea lo haga. Segundo, no me pondré un maldito corsé, paresco hombre y pienso vestirme como tal... Y presentarme como uno a la gente-El tono de voz que usaba era amenazador, inclusive una sonrisa se le formó pero con un tic nervioso en la comisura de los labios.

Recordó una película, "Piratas del Caribe", que claramente la vio pirateada y en un DVD robado pero allí pudo ver el horror de usar un corsé, finalmente dijo:

-No me interesa si la ropa es de un sirviente, usada o desgarrada. Solo aceptaré ropa de hombre. Nada más

Prefirió mantener el silencio, realmente estaba tan distraída que prestaba mucha atención al palabrerío, mas le interesaba ver su alrededor, adornos, muebles, todo era tan… ¿antiguo?, no daba crédito a sus ojos, realmente incluso dudaba aun que pudieran viajar en el tiempo, esperando el momento en que despierte del mal sueño…

Las palabras de la pintora lograron hacerla salir de su mundo por el momento, ¿ayuda para bañar?, ¿corsé?, ¿presentarse a la gente?, ¿sirviente?, en la vida iba aceptar ponerse ropa de un sirviente por lo que solo se noto una mueca, recordó varias imágenes de sus libros de historia, las chicas que llevaban aquellos vestidos extravagantes con peinados igualmente raros… viajaron al pasado y ahora… ¿tendrán que disfrazarse también?... todo se volvía cada vez mas raro.

Ladeó el rostro por encima del hombro, la actitud de la pintora lo empujaba a responderle de la misma manera, con el entrecejo fruncido y un evidente y gracioso enojo fingido.

- Puedes hacer lo que se te pegue la gana, te conseguiré ropa masculina si es así.

Su mirada cambió a la de Amber, mientras el Conde se quitaba el abrigo y caminaba hacia su despacho, había muchas notas qué empezar a unir e investigar. Una mucama se acercó para mostrarle las habitaciones de invitados, que contenían su respectivo baño.

Al notar lo fingido del enojo del Conde no pudo evitar sonreír, porque le pareció gracioso. La sonrisa duró apenas un instante, volviendo a las facciones duras que la caracterizaban. Se volteó hacia Amber y con una corta sonrisa, que marcaba frialdad, dijo:

-Suerte con el corsé

Como aún tenía el mp4 en el bolsillo lo encendió y sacó los auriculares, colocándoselos y escuchando la canción "White Rabbit" de Jefferson Airplane, con su mochila al hombro siguió a la mucama, suspirando cansinamente, se notaba que estaba cansada porque en lugar de caminar arrastraba los pies produciendo un irritante sonido.

- Gracias - Musita con tono amable y cariñoso, muy contrario al tono que utilizo la pintura, no le importaba realmente llevarse como perro y gato con ella, o mas bien, no le interesaba. Al ver a la mucama, lo primero que hizo fue realizar una reverencia a modo de saludo, algo muy común y visto, casi de forma inconsciente ya que era una forma educada de presentarse ante desconocidos.
Siguió los pasos hasta cual seria su habitación, con una sonrisa maravillada, tanto lujo, tan complicado y a la vez simple, todo aquello que consideraba antiguo y veía como casi nuevo, podía apreciar muchas cosas que solo había visto en libros, la forma de la mansión, adornos, casi todo la impresionaba.

Esas chicas son bipolares, concluyó. Entró a su oficina y sacó todos los libros relacionados con las notas, algunas partituras que había encontrado y que podrían ser parte de ellas. Después de unos momentos todo el sitio estaba lleno de hojas de papel, donde sobresalían 10 hojas viejas en papel amarillento, pero que eran visibles. Frente a ellas, el conde transcribía las notas a un libro pautado en blanco, había encontrado las partituras para cello y con su investigación, sabría dónde encontrar las otras.

La mucama la dejó en su habitación, solo cerró la puerta susurrando apenas:

-Gracias...

Aquella sirvienta desde atrás de la puerta aclaró que el baño ya estaba listo, miró la habitación cuando estuvo sola y alzó una ceja.

Puro lujo...

Vio una imagen en su cabeza, una muchacha de largo cabello rizado y castaño con un vestido de ballet. Aquella daba vueltas sobre su propio eje mientras estaba en la punta de su pie derecho y con los brazos delicadamente extendidos hacia adelante formando un círculo con estos.

El nuevo sonido de su estómago le hizo salir de aquella visión que le pareció espantosa, se le hizo una mueca de horror. Se quitó la mochila de los hombros y la pateó hasta que llegó debajo de la cama, luego se quitó toda la ropa y la dejó tirada por ahí. Finalmente fue al baño para tomar un buen baño.

Los momentos pasaron con rapidez, pues entre órdenes y órdenes se había quedado entretenido preparando la cena para ese día, como acostumbraba con sus invitados. Los sirvientes prepararon gran variedad de comidas en la mesa: pollos rostizados con crema de champiñones, cremas de elote y otras especias, algo de carne asada cubierta para que no perdiera su calor y entre otros pequeños panes para acompañar. Mandó llamar a las chicas cuando todo había sido preparado.

Pasados varios minutos salió del baño, con los músculos relajados por el agua caliente, aliviada, sentía que podía descanzar tranquilamente. Encontró ropa de hombre de la época sobre la cama y se la puso con dificultad, ya que no tenía ni idea de como usar ciertas cosas.

Se vio al espejo que había en la habitación y se vio decente, al menos eso creía ella. Se tiró sobre la cama y cerró los ojos, sintiéndose exausta y con el peso del sueño cayéndole encima al puntor de quedarme dormida.

Vi al sujeto de cabello azulado y de ropa oriental en un sueño, en el bosque y este tocando la flauta, la música la dejame sin razón. Se quedó embelesada...

Hasta que sintió que la despertaron.

Una sirvienta la movió para indicarle que la llamaban para cenar. Molesta asintió y se levantó, la almohada había quedado algo babeada, me limpié la boca con la manga y seguí a la sirvienta.

Cuando entro dispuesta a bañarse, primero que nada se negó a que una sirvienta la ayudara, se creía suficientemente capacitada aun como para bañarse sola, agradeciendo la ayuda antes de que la sirvienta pasara a retirarse. Ya con el lugar vacío pudo estar tranquila mientras se bañaba, el deslizar del agua por su piel la relajo, perdiendo la noción del tiempo ya que al fin podía tener un momento para pensar, repasando mentalmente cada suceso, todo era muy extraño y ella insistía en encontrar una explicación lógica a los sucesos, acabando frustrada en su intento.

Salio del baño para observar la ropa que debía vestir, siendo el corsé lo que le llamo la atención; pronto entro una sirvienta para avisar que la cena estaba lista, notando que había perdido el tiempo, le pidió a esa misma persona que le ayudara con la ropa y el cabello, sin saber en que infierno se metía cuando esa sirvienta comenzó a colocarle el corsé, sintiendo que se le iban a salir los intestinos y todos los órganos por la boca.

Caminó prácticamente arrastrando los pies por la el pasillo, el sonido de los pies sin levantarse del suelo era sumamente irritante y de eso se percató cada vez que la sirvienta se encogía de hombros y murmuraba algo a regañadientes, recordó que se había guardado el mp3 en el bolsillo y que quedaba batería, así que se puso ambos auriculares y lo encendió.

El tema era de Maná, Ámame hasta que me muera.

La sirvienta le indicó que tomara asiento en la mesa a un lado, hizo caso mientras siguió escuchando el mp3...

Miró la extensión total de la mesa y pensó que para comunicarse unos con otros eran necesarias señales de humo:

-¿Para qué una mesa tan grande si seguro el tipo vive solo?- Dejó de prestar atención a lo que pensaba, el olor de la comida y la vista de esta le hacía babear.