Nuevo viaje. [ Alexia y Hannah. ]

Era el inicio de otro intrépido riesgo del Conde de Northerland, pero vaya sorpresa cargaba ahora.. Acompañado de dos encantadoras damas indudablemente hábiles y a sus ojos, extraordinariamente misteriosas. Aunque no consiguieran al dragón, el conocer a dos seres que antes estaban fuera de su alcance le resultaba maravilloso, así que aprovecharía el momento para complacerlas monetariamente y conservarlas vivas.

En el mercado era famoso, pues uno de sus pasatiempos era vender y comprar cosas para algún viaje, naturalmente su ausencia de dos años hizo que su presencia levantara miradas y causara murmullos, pero nadie se atrevía a cuestionarle directamente sobre el tema, pues el rumor más conocido era que había embarazado a alguna cortesana y que se había marchado a otra ciudad para que tuviera al bastardo, totalmente mentira.

En el caballo llevaba a la señorita Hannah y a su lado, su fiel compañera de aún dudosa raza le seguía, comenzaba a sentirse como un niño emocionado por explorar.

- Quizás la señorita Skykeeper tiene hambre, creo que esa sería lo primero en cumplir.

-La joven arquera avanzaba por las calles del mercado junto a sus acompañantes de viaje. Separandose de estos para acercarse a un herrero. Preguntando si tenia cuchillos o algun tipo de dagas del metal mas resistente posible. Acto seguido ordenaba una malla hecha de uno de los metales mas resistentes. Mythril. Regresando hacia sus acompañantes al terminar de hacer la orden. Para dirigirles la palabra- Si va a venir Conde va a necesitar las armas y el equipo necesario. El mythril sera clave al momento de preservar su vida. No estaria de mas el obtener una buena espada

Levantó la ceja con las armaduras de tan poco estilo y elegancia, después volteó la vista a otros lados y lo que observó le hizo quedarse babeando: frente a su mirada había una armadura de caballero medieval en tono plateado con detalles dorados, extravagante y sumamente costosa pero era justamente la actitud del conde. A lado habían algunas espadas y armas, pero no se había olvidado de sus colegas.

- Elijan lo que deseen, yo invito. Hannah ¿Podrías elegir las provisiones que llevaremos?

-La joven al escuchar aquella oferta la tomaba satisfecha. Avanzando hacia el herrero. Comprando unas placas de metal para los hombros. Asi como mas flechas con punta de diferentes metales. Incluyendo algunos artilugios de la arqueria como flechas especiales para capturar a grandes animales. Tomando un par de dagas de gran filo y de un buen y resistente metal-

Una pequeña piedrita impactó en el cabello del Conde, como un método vulgar para obtener su atención. Volteó a todos lados y escuchó cómo un hombre corría hasta un callejón completamente oscuro, al parecer ni siquiera la luz del sol podía iluminar lo que ocultaba dicho abismo, era una invitación demasiado tentadora. Llamó a su compañera cazadora y le señaló con el índice el callejón, del cual parecía salir algo de viento, después extendió su mano hacia Hannah.

- Linda ¿Te gustaría venir a explorar?

-Al terminar de recolectar las armas y algunos objetos mas que le seran de utilidad se detenia frente a un puesto de especias. Comprando algunas en especial como si fuera a preparar algun tipo de comida. Comprando algunos ajos y cebollas en el camino. Deteniendose por un momento en una tienda de apariencia misteriosa pero pasandola de largo un momento mas tarde hasta regresar a donde se encuentran el conde y el caballo. Escuchando el llamado de aquel Conde al poner las cosas compradas en un saco que lleva para viajar. Asintiendo con la cabeza para seguirle lentamente-

Podrían llamarle arriesgado, temerario o simplemente loco, pero cuando un indicio de misterio se aparecía frente a sus ojos lo seguía aunque fuese metiéndose a un volcán. Se acercó al callejón y con pasos precavidos, caminó por delante de las damas por caballerosidad y protección, quedándose frente a algo realmente.. inquietante. A sus ojos, en el nivel del suelo había una puertita de 50 centímetros y 60 de ancho donde apenas cabría alguien agachado.

- ¿Qué .. Es esto?

Tienes pensado entrar alli? Parece una puerta diseñada para un enano o algo parecido

-Decia observando la puerta intrigada. Tambien con una curiosidad innata que a veces le superaba. Volteaba a ver al Conde esperando respuesta alguna de el-

Una risa escapó de los finos labios del Conde, encogiéndose de hombros para señalarle la diminuta perilla con un ademán. Dicho objeto se abrió con el sólo empujar de la yema de la daba, abriendo paso a un lugar de buena luz rosada, donde se veían mosáicos de color blanco.

- Un sitio de tal color no puede ser peligroso.

En la puertita sólo se veía un cuarto rosa, con una pared de madera. Si la dama hubiese visto más arriba, habría notado que era otra puerta ocupando 4 pisos de largo, con una perilla a dos piso de altura, sumamente lejos y de gran tamaño.

- Vamos, entraré yo si temen ver lo que hay ahí~..

-Luego de entrar el Conde, hacia su entrada la joven arquera. Mirando a todos lados dentro del recinto. Incluyendo el techo donde veia aquella otra puerta-

Cuando vió la gigantesca puerta, lo único que se limitó a hacer fue lo más estúpido que se le hubiese ocurrido a un humano: saltar para alcanzar la perilla. Viendo que el esfuerzo fue en vano, miró a su alrededor. La puertita había desaparecido y al centro, había muchas botellitas de líquido y galletitas de colores con una leyenda.

Adivinaron: "Eat me".

Este lugar es muy extraño. Se parece bastante a un cuento infantil.

-Permanecia de pie sobre aquel cuarto al ver que estaban encerrados. sin saber bien que hacer a continuacion.

Se quedó viendo con un atisbo de "gota" en la sien, había comido algo que bien podría ser veneno o somnífero para raptarlos, pero al ver que no le sucedía nada, tomó muchas galletas y probó un poco de todas de un mordisco, sólo faltaba ver qué se atrevía a hacer su joven amiga lycan.

-Permanecia tranquila sin hacer nada. No estaba dispuesta a probar una de esas galletas. No le parecia confiable en lo absoluto. Por tanto solo esperaba el siguiente movimiento del resto-

Y bien? que haremos ahora?

Cuando ambas personas terminaron las galletas, aparecieron dos puertas detrás de los dos usuarios, una para el conde y otro para la chica de las orejas de conejo. El conde, inquieto por la madera a sus espaldas, abrió la entrada para ver en su interior, un bosque extraño y retorcido, con una larga mesa en mantel mal cosido. En la puerta de Hannah, había un estricto jardín de rosas blancas chorreadas de un raro carmín.

- .. ¿Por dónde?