Buscando información

Tal y como había supuesto no pudo volver a pegar ojo en toda la noche después de aquella premonición que se le presentó en forma de sueño o pesadilla. Lo único que sabía era la implicación de siete planetas, cinco sellos, un círculo con pentagrama en su centro y dos encapuchados, todo ello en medio de un bosque de tierras embarranadas cual pantano. No era tan impulsiva como para ir en busca de algún lugar similar en sitios tales como los territorios de dragones y banshees, eso solo podría acarrearle la muerte, además sentía una gran curiosidad e interés sobre los cinco sellos y las cinco puertas que, según el encapuchado, debían ser abiertas con las llaves correspondientes, supuso que cada una ligada a un símbolo o siendo estos mismos las nombradas llaves.

Fuera como fuere, a la mañana siguiente se dirigió a la Academia de Artes en busca de la biblioteca que esta poseía, envestida con sus típicas ropas negras y un tanto indecentes para la época por el leve mostrar de sus muslos bajo la falda y las medias. Sus manos no se encotnraban enguantadas, mas el dorso de estas al igual que sus brazos hasta poco más abajo del hombro, estaban ocultos bajos sus mangas de fina seda negra que constituía la parte de arriba de sus ropajes. Su torso cubierto por un corsé negro bajo el cual se encontraba una holgad camisa negra de la que solo se veían mangas, dejando en su clavícula al descubierto y parte del inicio de sus senos pero sin llegar a ser muy indiscreta dejando ver en su cuello una gargantilla de la que colgaba una cruz de plata a juego con la montura de sus pendientes, también cruces que precedían a una lágrima de rubí opaco. Una vestimenta digna de nobles sin duda.

Entró en el edicifio siendo respetuosa con cada joven encargado que allí se encontraba, pidiendo también indicaciones para conocer las secciones de biblioteca para intentar seleccionar entre los posibles libros que la podrían ayudar. Desconocía si los volúmenes que se escondían en el edificio le servirían, pero había preferido mirar allí antes de seguir registrando el resto de bibliotecas de su mansión, algunas de las cuales habían sido nocturnamente visitadas por su dueña en busca de aquellos símbolos sin mucho éxito mientras esperaba la salida del sol y la apertura de la susodicha academia.

No había necesitado retratar los símbolos vistos aquella noche, le bastaba con cerrar los ojos para verlos con claridad como si se los hubiesen grabado a fuego en la mente y en el interior de sus párpados, además confiaba en su memoria y, de esta fallarle, tan solo tendría que intentar dibujarlos para recordar su forma hasta en el más mínimo detalle. Después de todo, los hechiceros deben tener buena memoria para guardar cada hechizo y conjuro que aprenden.

Tic, toc, tic, toc… ¡Clip!

El sonido de las agujas del reloj de bolsillo fue un murmullo pero no la pequeña traba al ser cerrada la tapa junto con la mano del sirviente peliblanco. Una mesa estaba descansando sobre una alfombra gris, la mesa estaba cubierta por un mantel blanco bordado y pintado con flores, sobre este una pila de tres bandejas, una sobre otra encajadas en una estructura, sostenían una gran variedad de pastelillos, golosinas y galletas finamente decoradas. Una tarta centraba la mesa faltándole a esta una porción, en el resto de la mesa se dispersaban dos azucareros una lechera, una tetera y varias tazas, todas diferentes.

Haciendo equilibrio en las dos patas laterales de una silla junto a la mesa, estaba el peculiar sirviente personal del conde Von Holle. Con su singular aspecto, comparable con un noble. Sus pantalones a media caña negros y botas blancas que dejaban parte de su pantorrilla al aire, manteniendo su pie derecho en el aire apenas a unos centímetros del piso y el otro extendido haciendo equilibrio con una taza de té sobre este observaba a la joven de manera perspicaz a través de su ojo rubí entrecerrado y una sonrisa en su rostro. Su brazo izquierdo estaba apoyado en el respaldo de dicha silla y las largas mangas blancas de su chaqueta cubría sus manos. Sobre su hombro izquierdo, sobre la camisa violeta, estaba la pequeña muñeca de rosadas vestiduras. La mano derecha descansaba sobre su regazo y tenía en esta un reloj de bolsillo dorado con el escudo de la familia a la cual servía en su tapa.

- Yara~ ¿No es un tanto tarde para visitar la biblioteca? - en una esquina de la mesa había un libro de tapas negras y un símbolo sobre su portada, pero solo se veía una parte puesto que una lata de caramelos estaba sobre este. La sonrisa inocente y dulce del sirviente curvó sus finos y pálidos labios - ¿Desea acompañarnos a Emili y a mi con una taza de té? -

Paseaba su mirada sobre multitud de libros y estantes sin pararse demasiados segundos en ninguno de ellos. A veces su mano se aventuraba a acariciar la cobertura y los títulos de los libros como si ello le ayudase a descifrar cuál de ellos podría serle de ayuda aún cuando sus habilidades de adivinación no llegaban a tal nivel, o por lo menos nunca había intentado adivinar cosas con tan solo tocar un objeto en concreto.

No pasó demasiado tiempo hasta que la voz de alguien llamó su atención, haciéndola voltear hacia el varón de albinos cabellos que se hallaba extrañamente sentado en una silla, frente a una mesa con diversos y variados juegos de té y dulces. Tampoco le pasaron desapercividas sus ropas ni la muñeca a la que el mismo joven nombró Emili ni el libro que se encontraba sobre la misma mesa, pero cuya portada escapaba a su vista al tener un obstáculo que le impedía la visión.

Su mano descendió de la estantería poco antes de que caminase hacia aquella mesa, deteniéndose al borde de esta e hiciese una leve reverencia con su rostro y parte de su torso a modo de saludo sin intentar, por el momento, descubrir cuál era el posible símbolo o título que se vería dibujado en el volumen a escasos centímetros de ella.

- Depende de qué hora consideréis vos tardía señor, y agradezco vuestra invitación -respondió sentándose en una de las sillas, estando así frente al ojirrojo y observándole con cierta curiosidad al igual que a la muñeca que en su hombro descansaba.

- Lunne Lovecraft es mi nombre. ¿Quién sois vos? Si se me permite preguntar -tuvo cuidado de no preguntar por la identidad de su acompañante sin antes presentarse ella misma, puras normas de educación que podrían facilitarle la respuesta que buscaba.

Con un entrecerrar de su mirada inclinó su cabeza mientras a su vez alzaba su pie para pasarlo por encima de la mesa hacia ella, ofreciendole la taza que hacía equilibrio en este. Por milagroso que pareciese, no perdía el equilibrio y apenas un balance de la silla fue compensado mostrando que esta realmente estaba en equilibrio. Su sonrisa se abrió para dejar escapar su voz - Break, Xerxes Break, miss. Sirviente personal del Conde Von Holle, condado del este. Mi acompañante es Emili. Un verdadero placer finalmente conocerla en persona. - Sus dedos caminaron, alternando el indice y medio en cortos pasos, por el borde de la mesa hasta llegar al libro. Giró la tapa de la lata descubriendo los caramelos del interior, pequeñas bolitas de finos dulces envueltas en brillantes papeles de colores metalizados. Hurgando en la lata escogió uno color anaranjado comenzando a pelarlo, su menga resvalaba cubriendo sus acciones hasta que el papel cayó sobre la mesa y el dulce blanquecino fue llevado a sus labios sonrientes.

Su lengua dibujó el contorno del caramelo antes de guiarlo dentro de sus labios cellando los mismos dejando solo su burlosa sonrisa. Esta vez su voz se vio afectada por la presencia del dulce en su boca - Mmm~ ¿Y que busca, Miss Lovecraft? ¿Acaso busca lo que esta en boca de todos y en manos de nadie? - Tragó el caramelo dando un rápido pestañeo.

Curioso sería la palabra que cruzaría su mente en primera instancia al ver cómo se le era servida la taza de té y cómo esta no caía a pesar de los movimientos del varón que la sostenía antes de que la propia Lunne la recibiese. Era un joven interesante sin duda, y no solo sus vestimentas, complementos y manera de moverse lo demostraban, pues incluso su nombre no era lo que se dice corriente. Recargó suavemente su espalda contra el asiento al tiempo que cruzaba sus piernas unas sobre otra, dejando notar dicho movimiento solo por el danzar de la larga falda de su atuendo mientras escuchaba con atención las palabras ajenas.

- Igualmente -respondió mientras hacía un poco de memoria ante el nombre del señor de Break. Recordaba haber oído hablar del conde al que aquel platinado otorgaba sus servicios, pero no lo conocía más que por lo que de él podía comentarse. Así mismo o se extrañó de que su actual acompañante la conociese, el apellido Lovecraft tampoco pasaba desapercibido muy a pesar de su portadora.

- Depende de qué sea aquello a lo que os referís, pues en boca de todos y en manos de nadie se encuentran muchas cosas en este mundo -quizá él pudiera aportarle la información que estaba buscando, pero debía ser cuidadosa. Su premonición y ciertos saberes que poseía no debían usarse a la ligera y podían interesar a más de los que se pudiese pensar. Dar un paso en falso o revelar algo que no debiera ser desvelado le acarrearía consecuencias, negativas seguramente.

Apartó su pie antes que ella pudiese tomar la taza y con habilidad envidiable la dejó en el bode de la mesa empujándola hacia dentro con la punta de su botín blanco. Tomando la tetera llenó una de las tazas con ese líquido ambarino y caliente para luego comenzar a verter cucharada tras cucharada de azúcar en el - Mis… - dijo alzando su mirada pero no su cabeza quedando en su ojo una medialuna carmín oscurecida por la sombras de su propio rostro - Está aquí buscando algo, quizás algo como esto. – dejó el azucarero de lado luego de verter siete cucharadas de azúcar y apartó la lata de caramelos de sobre el libro. Este tenía un dibujo que por el ángulo ella lo vería de cabeza, y un texto por debajo en caligrafía gótica “Guardianes del Velo”. Su mano lo cubrió al posarse extendida sobre este.

Revolviendo su té cerró sus ojos dibujándosele un gesto apacible en el rostro, calmado bebió un trago notándose molesto apartó la taza y apresuradamente comenzó a verter más azúcar y revolver frenéticamente, dejando caer algunas gotas de té sobre el mantel y volver a beber, ahora si volviendo su apacible expresión borrando rastros de enojo anteriores. - Intercambiemos información, Miss. Tu sabes cosas que yo deseo saber y yo puedo contestar a todas tus preguntas. – estiró su mano tomando una de las galletas para llevarlas a sus labios y mascar solo la punta retirándola casi al instante - ¿Qué me dice Miss Lovecraft? –

Símbolo del libro:
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Retiró su mano cuando la taza quedó fuera de su alcance, dejando así que fuera el varón quien se sirviese en primer lugar, tampoco es que tuviera la necesidad de consumir el contenido de la tetera, por lo que no se molestó ni hizo mvoer alguno que señalase que iba a servirse también. Tan solo esperaba calmada a que Xerxes terminase de adecuar el té a su gusto y a que la conversación continuase sin parecer sorprendida siquiera por el cambio de actitud ajeno, más bien era como si no le importase en absoluto.

Sus miradas se cruzaron poco antes de que el frasco que contenía los dulces fuera retirado del libro y de que su portada, o al menos parte de ella, pudiese ser divisada por Lunne. Conocía el símbolo, sin embargo, el título que había bajo él no lo había oído ni visto nunca, aunque no pudo leerlo del todo pues la mano ajena lo cubrió con rapidez. Así mismo, la curiosidad de porqué el sirviente tenía conciencia de qué era lo que había ido a buscar apareció en su ser, haciéndole sospechar que el platinado sabía mucho más de lo que se podría suponer.

- La pregunta sería cuál de nosotros estaría dispuesto a soltar primero su prenda, Mister Break... -la desconfianza no se notaba en sus palabras, pero tampoco era estúpida. Cabía la posibilidad de que, si hablaba primero, luego el varón no respondiese sus cuestiones aún cuando el caso también podía darse a la inversa. Solo se necesitaba un poco de confianza o que la prudencia fuera vencida por la curiosidad. No tenía tiempo para juegos ni adivinanzas, pero la paciencia era una virtud que no debía perder, menos cuando tenía una pista cercana a tan solo unos pocos centímetros.

Suspiró quitando la mano del libro para tomar la taza y beber un segundo sorbo y bajar el té con la galleta. La silla se balanceó cuando la cabeza del sirviente pasó de un lado a otro y se inclinó su cuerpo hacia delante para tomar la tetera y volcarla para servir en la taza ajena, pero su seño se frunció - Taza sucia… - tomó la taza por el platillo y la tiró hacia atrás haciéndola estrellarse y romperse en varios trozos contra la pared y esparcirse por el piso. Tomó otra, una rosada con platillo celeste, evidentemente de diferentes juegos y le sirvió acercándole esta y el azucarero.

- Yara… Si no desea hacer tratos descuide, no interrumpo más su búsqueda en la biblioteca, solo me quedaré aquí hasta que termine la hora del té. – Y volvió a abrir su reloj que descansaba en su falda nuevamente el “clap” y el “clip” del abrir y cerrar del reloj y el sirviente de blancos cabellos tomó otra de las galletas dejándola caer en el té ajeno en la pasada de su mano sobre este y dirigirla luego a tomar un caramelo de brillante papel azul. Pelándolo con esmero como si la tarea fuese sumamente difícil e importante.

Realmente aquel sirviente era curioso y, de no ser por la usual falta de expresión en el rostro de la joven Lovecraft de seguro la sorpresa se habría dibujado en este al ver como la taza sucia volaba hacia atrás del albino y se estrellaba contra una de las paredes del lugar, rompiéndose en mil pedazos y provocando el característico sonido de tal suceso. Tras ello tan solo cogió la taza que le era ahora ofrecida, introduciendo en ella solo una cucharadilla de azúcar y removía el contenido mientras escuchaba lo que el varón seguía diciéndole. Estaba claro que no iba a soltar prenda, y eso para ella era un problema, más aún cuando le había puesto la miel en la boca, metafóricamente hablando...

- ¿Qué es, pues, lo que vos deseáis saber? -decidió ceder, nada ganaba si seguía esperando a ver si Xerxes decidía hablar. Le tocaría confiar esta vez para intentar sacar alguna conclusión de su extraño sueño.

Estaba bebiendo de su taza cuando ella aceptó, haciendo lo que se llamaría "Fondo blanco" bebió hasta la última gota de aquella taza y la dejó a un lado mostrando su mejor sonrisa inclinando su cabeza sobre el hombro donde poseía la muñeca - Yara~ Me alegra que lo reconsidera, Miss. - Hurgando en su morral sacó una pluma y una hoja de papel doblada la cual dispuso frente a él mojando la punta del instrumento de escritura en una de las tazas que contenía algo que parecía café por su color, pero cuando el mayordomo de blancos cabellos lo probó en una de las puntas del papel dibujando un simple garabato, dejó en evidencia que aquello era tinta. - Cuentame lo que sabes, tan sencillo como eso. ¿Qué conoce de este simbolo? ¿Hay más? ¿Cómo son? Basicamente, lo que sabes. - Sacó su lengua y pinchó la punta de la misma con la pluma listo para escribir pero su mirada se posó en el pastel y dejó a un lado la pluma para servisrse una porción de este.

No hizo comentario alguno cuando Xerxes sonrió y apenas un leve encoger de sus hombros fue todo movimiento que efectuó antes de elevar la taza que sostenía hasta su boca, saboreando primero el aroma del té antes de darle un pequeño sorbo silencioso, degustándolo con calma mientras el albino preparaba el papel y la pluma para escribir lo que, a continuación, la ojirroja le diría. Así mismo, al tiempo que sucedía aquello Lunne recordaba a ojos cerrados su sueño, cada detalle del entorno y los símbolos, al igual que a los dos encapuchados pero de los cuales no hablaría. Después de todo, el varón solo había preguntado por los símbolos.

- No puedo decirle qué significa ese sello, tan solo lo conozco por haberlo visto una vez. Según la información que poseo hay cinco sellos, cada uno de diferentes apariencias pero que deben estar relacionados entre sí de algún modo. Respecto a cómo son creo que sería más productivo que los dibujase en lugar de describírselos -no parecía tener ningún tapujo en revelar aquella información a pesar de que no tenía ninguna seguridad de que, al contar aquello, fuese a recibir también su "porción" de conocimientos.

Cortó una porción de pastel colocandola sobre uno de los patillos, aquello llenaba su volatil atención de momento mientras la voz de su acompañante se dejaba escuchar, pinchando aquel dulce con un tenedor lo hizo desaparecer entre sus labios cerrando los mismo sacando el tendor vació. - Umh... umh... - dijo con su boca llena acercandole la pluma y el papel.

Tragó lo que contenía su boca tras pasearlo un par de veces entre sus dientes y terminó su té volviendose a servir - Dibújelos por favor. - añadió mientras dejaba caer cucharada tras cucharada de azúcar dentro del líquido ambarino y humeante. - ¡Dibujados al detalle! - Exigió una cascosa voz anciana y amarga procedente de la muñeca aunque esta no se movió ni un ápice del hombro del albino. - Yara, yara, Emili. No hay necesidad de faltar en modales. - sonriendo mezclaba el té con el azúcar utilizando el tenedor que anteriormente le sirvió para llevarse la porción de pastel a la boca.

Supuso que el albino no le prestaba mucha atención, pero no le importó. Él le había pedido la información y ella se la estaba dando, que decidiera escucharla o no ya era decisión del varón. Cogió entre sus manos la pluma y el papel que se le tendía, adivinando que la propuesta de dibujarlos le había sido aceptada y, por ende, no tardó siquiera dos segundos en empezar a delinear la forma de cada uno de los símbolos que recordaba tras haber hundido escasos centímetros la pluma en la tinta con cuidado de no pasarse en el contenido de esta. Así mismo, mientras dibujaba ignoró por completo la descortesía de la muñeca, o en realidad la ignoró a ella y a su comentario como si no existiesen, dejando notar un alto grado de concentración o, simplemente, cierto pasotismo con respecto a su alrededor. Ya se había supuesto que el ojirrojo no llevaría la muñeca por simple gusto, así que, que esta hubiese hablado era una de las cosas que no la sorprenderían de dicha muñeca.

Pasados escasos minutos en el papel dado ya podían verse retratados los cinco símbolos en el mismo orden en que a ella se le habían presentado. No sabía si aquel orden tenía algún significado o si en realidad este no importaba, pero prefirió dibujarlos tal y como se le habían aparecido.


Símbolos:
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Cuando ella terminó de dibujar tomó el papel observando los dibujos, efectivamente uno de ellos era el que poseía el libro - Yara~ yara~ ¿Y que sabe de ellos? ¿o solo los conoce, Miss Lovecraft? – alzó su mirada de un único ojo hacia ella con una singular sonrisa astuta sobre sus labios antes de abrir estos y hacer desaparecer un pastelillo quedando con el tenedor apretado entre sus dientes.

- ¿Qué es lo que usted conoce de ellos? -repitió la pregunta ajena, dirigiéndosela a él para ver si ya estaba con ánimo hablador. Ciertamente, sabía poco más sobre aquellos símbolos y precisamente por eso había ido a la biblioteca, teniendo el extraño encuentro con ese varón y su descortés muñeca. Así mismo, su interés por el libro que aún reposaba sobre la mesa no cesaba, pero por las preguntas del albino o no lo había leído o este no tenía información alguna sobre los otros cuatro sellos.

Doblando el papel lo introdujo en su manga comenzando a hablar con el tenedor en su boca - ¿Por que no vamos por parte? Aún no me responde a mi pregunta, ya llegará el momento que conteste a las tuyas. ¿Que sabes de ellos?-

Un suspiro se dejó escuchar de su parte. En verdad el joven no soltaría prenda hasta que se viera satisfecho con la información que Lunne le otorgase. Era mostrar sus cartas de una en una sin una correspondencia por parte del contrario, pero nada más podía hacer y, si podía, no tenía ganas ni paciencia para pensarlo.

- “Testigos del camino divino y defensores de creencias vacías que ellos no recorren”. “En siete lunas los planetas se alinearán y la magia desaparecerá. Todos “nosotros” moriremos, nos extinguiremos. La respuesta está en los cinco sellos” -repitió textualmente lo que el encapuchado le dijo en su sueño, quizá aquello fuera una pista y habría indicado el símbolo al que señaló dicho desconocido en primera instancia y alq ue, supuso, se había referido con la primera marca que vio, pero el ojos rojos había guardado ya el papel, así que se mantuvo quieta, dejando la taza de té medio vacía sobre la mesa.

- ¿Conoceis estas palabras o a quien las formuló?

Asintió memoriando el simbolo y la sentencia que debía recordar tomando el tenedor y revolviendo su té con este - Lo dice el libro ¿Fueron personas con túnicas de colores quienes te dijeron eso? ¿Te hablaron de los otros simbolos? - su tono ya era serio y había dejado su muletilla, se veía más interesado en recolectar la información que ella le diera.

- Encapuchados, uno de túnica oscura y otro de túnica verde. Pude vislumbrar cabellos largos y negros a través de las sobmras que generaba la capucha del primero, pero al otro no pude acercarme. En cuanto a los símbolos solo me hablaron de ese y de que estaban relacionados con cinco puertas, al parecer los sellos son la clave para abrirlas -ya no le importaba complacer la curiosidad ajena. No tenía mucho más que decirle a parte del lugar donde su sueño había transcurrido, pero tampoco estaba segura de si era el territorio de las Vanshees o si se trataba de un mero pantano oculto de la mano de Dios.

Volvió a sacar el papel con los simbolos y lo observó por unos instantes, junto al que ella había reconocido aputó en una caligrafía delicada y elegante “Testigos del camino divino y defensores de creencias vacías que ellos no recorren” Acto seguido extendió el papel hacia ella - ¿Solo sabes de este? -. El papel ahora se mostraba así.



“Testigos del camino divino y defensores de creencias vacías que ellos no recorren”



- ¡Vamos niña! ¡Sabes algo más! - expetó la muñeca a lo que el peliblanco sonrió cerrando su ojo - Yara~ -

- Te has equivocado... La frase no va con el símbolo en forma de "C" invertida, sino con el que semeja una "Z" e "Y" pegadas por sus extremos. Todo esto lo vi en un sueño, una premonición si quieres llamarlo así, y el paisaje era un bosque o un pantano. Puede que tenga relación con los desconocidos o puede que no, pero dudo mucho que, de ser un pantano real, sea un al que la gente pueda acceder así como así -volvía a ignorar la descortesía de la muñeca de áspera voz, le traía sin cuidado lo que esta pudiera pensar pero, tras haber hecho un poco de memoria, no recordaba ningún otro dato que no hubiese comentado ya.

Tomando el papel nuevamente corrigió el hecho con una tachadura y nuevamente repetir el escrito. - Ya~ra~... Bien, si no tienes nada más que decir. Pregunta. - Un fuerte "TAC" fue el de la silla al perder equilibrio y pararse en sus cuatro patas, el albino no se inmutó y solo acomodó el papel nuevamente en su manga esperando.

- Básicamente es lo mismo que me has preguntado tú. ¿Qué es lo que sabes sobre los sellos y sobre los encapuchados que están relacionados con ellos? -no veía necesario repetir la cuestión, pero tampoco le importó demasiado. Tenía el tiempo justo que perder para reunir aquella información, y no para gastarlo con rodeos absurdos que, al fin y al cabo, nunca llevaban a ninguna parte.

Tomandose su tiempo en responder se dedicó a degustar uno de los pasteles - No te podemos contar sobre ello. - Tras tragar soltó una corta risita - Yara~yara~Emili... que descortés eres con ella. Aunque si, no te podemos contar esto. - Concordó sonriendo con dulsura.

- ¿Puedo saber el por qué? -era de suponer que tendría que irse de allí con las manos vacías. Bueno, tampoco le importaba demasiado, no le interesaba que el destino de otros estuviera en sus manos, eso pegaba más con los hipócritas de los nobles o aristócratas que para ella, quien simplemente se limitaba a vivir su vida aún cuando se preocupaba interiormente por lo dicho que sus sueños le revelaron.