Clase de Arte {Flashback; Dante y Aldana}

Estaba sola en la sala de arte, haciendo garabatos en su cuaderno por simple rabia.

Habían descubierto que era mujer, puesto que unas horas antes se había agarrado a golpes con un ricachón y éste le había agarrado la camiseta y se la había desgarrado, allí todos vieron el sujetador y las otras dos cosas... Que pese a ser pequeños, estaban. No había traído otra ropa y esa camiseta negra era lo único que tenía, así que tendría que coserla puesto que aún no lo había hecho.

Miró la puerta que no estaba con llave ya que aún no había descubierto donde las guardaban, tenía moretones en los brazos y en la parte de la boca del estómago, el de la boca del estómago reciente, los otros de peleas anteriores que aún no habían desaparecido.

Con el lápiz siguió garabateando en el cuaderno, haciendo varias veces espirales en las puntas, pensando, decepcionada por no haber visto venir esa.

¿Ahora qué haría?

Solo una cosa le causó diversión, pocas chicas ricas le habían querido comprar con dinero creyendo que era chico, mejor dicho, con el dinero habían querido tener un polvo con "él" y que ahora que sabían que era mujer se sentirían humilladas.

En el cuaderno, ahora, se puso a dibujar unas sonrisas enormes acompañadas con ojos, recordando a su personaje de novela favorito: "Cheshire Cat"

-Malditos ricos estúpidos...- Dijo a la vez que la sonrisa se le ensanchó aún más.

Manteniéndose de perfil a la puerta, cuando sintió que alguien entró al salón giró la cabeza y le observó. Cuando notó que era un muchacho rico la mirada se le afiló, se dio cuenta de que algo se le deslizaba por el labio, fue entonces cuando se lo tocó y notó que sangraba. Un golpe que no se había visto.

El ver la sangre le hizo bajar la presión, pero lo disimuló bien, aunque no sabría por cuanto tiempo, entonces susurró al apartar la vista:

-Retírate, niño rico, vuelve en un par de horas-No era un pedido, era una órden

Molesta porque no había hecho caso a su orden frunció el seño

-¿Sabes que voy a apalearte si no haces caso, no?- Lo decia por la fama que había obtenido en la Academia, su último comentario hizo que una venita se le notara en la frente seguido de un tic en el labio -Vos serías más bonito si te dejara rojo y morado

-Ok, si no te importa-Sin dificultad alguna se puso de pie, tomando al muchacho por la parte de atrás del cuello de la camisa ya así haló de este con fuerza, demasiada, no se creería tanta en alguien y menos en una mujer, impulsándolo contra la puerta del aula que estaba abierta y con eso expulsarle hacia afuera junto con su lápiz y hoja.

Ve al chico caer sentado justo afuera, entonces se acerca hasta quedar parada bajo el marco de la puerta:

-¡Primero, niño rico! Estoy segura de que a los de tu clase se les enseña o se les intenta enseñar modales y no creo que te quedes en la misma habitación de una señorita que tiene la ropa como yo la tengo... ¡Segundo! Más te vale empezar a hacer caso a lo que digo o te irá muy mal... Y no me apetece golpearte, porque no has hecho nada malo que yo sepa. Tercero, quiero paz, y yo llegué antes

Cerró la puerta con violencia, el portazo hizo eco en el lugar, luego volvió a su lugar y siguió garabateando espirales dentro de la hoja, pensativa.

-No entendés por las buenas, ¿no?-Dijo irritada, fue hacia el otro extramo de la mesa donde él estaba apoyado, apoyó las manos sobre el borde y empujó la mesa junto con él hacia la puerta a modo de sacarle afuera, cuando lo consiguió la mesa quedó tapando la entrada, a la altura de la cadera de la gente, pero se podía pasar por arriba o por abajo.

-Eso es porque las señoritas que yo conosco son unas prostituas y la mayoría acá son ricachonas mimadas y consentidas... Que cuando creyeron que era hombre me quisieron pagar para que les eche un polvo...-Contestó apoyando las manos sobre la mesa, mirándole de manera amenazante-¿Dante Khan? Mi nombre deberías saberlo, no hay necesidad de que me presente. Solo diré que me llaman Canario Rojo de donde vengo. Punto final.

-Eh oído eso muchas veces, niño- Dijo con una sonrisa en los labios, las palabras del chico le resbalaban y no le causaban efecto alguno, salvo un sentimiento de alegría por haber conseguido lo que quería, que el chico se fuera-Suerte Dante~- Dice a modo de despedida con una sonrisita

Ya que la mesa había sido empujada, cuando él salió, volvió a cerrar la puerta y se sintió en paz.

Tranquilidad era lo que quería, apoyó la mesa contra la puerta y varias sillas para que no se pudiese abrir, cerró las cortinas y encendió la luz.

Se quitó la camiseta y sacando un hilo y aguja que por allí estaba empezó a coser la prenda para arreglarla.