Torre uno, habitación de Maitena Skykeeper:
La habitación era bastante inmensa y curiosamente era toda blanca.
Una enorme ventana al final de la habitación en la pared, de marcos blancos, también de delgadas cortinas blancas casi transparentes, que dejaba ver el extenso y hermoso jardín del castillo. Los muebles eran solo una biblioteca a la derecha lleno de los libros de ilustraciones que coleccionaba con tanto afán, la mayoría de ellos de su padre, aquellos libros eran de varios colores y destrozaban la armonía de aquella habitación toda blanca. Tanto el piso, como las paredes y el techo estaban pintados de ese color, se veían de vez en cuando en las paredes incrustaciones de cristal con forma de Mariposas, de varios tamaños, en el centro de la habitación una larga mesa que ocupaba casi toda la extención de la habitación, también blanca, en el centro una enorme esfera de cristal donde la joven Skykeeper podía ver, a veces, el futuro.
Un inmenso armario en frente de la gran biblioteca, con madera pintada de blanco, moderno para esta época, allí guardaba todas sus ropas.
Finalmente la cama que era bastante amplia, también cubierta por sus sábanas blancas.
La habitación lucía impecable, salvo por las miles de hojas con dibujos en el suelo y sobre la mesa, aquello era un entretenimiento para la Skykeeper.
Luego en el techo había candelabros de cristal para iluminar la habitación en las noches, de día no era necesario, el sol entraba perfectamente por la enorme ventana.
Premonición:
El sol entró a la extensa habitación a través de las finas cortinas, iluminando todo. Aquella habitación por su color pareció brillar y podría llegar a enseguecer si no se estaba acostumbrado. La joven Maitena se revolvió en su cama sin deseo alguno de despertar, deseando que se volviera el tiempo atrás para poder dormir aunque sea cinco minutos más...
Un sueño la hizo despertar de repente, un sueño donde vio viajes en el tiempo. Se sentó y flexionó las piernas, apoyando sus codos sobre las rodillas. Los oscuros ojos de la Skykeeper parecían mirar hacia la nada, en su sueño vio una Academia, jóvenes con curiosas ropas y modernísimos aparatos. También parte de una conversación entre el Conde de Northerland y el Conde Westhearth de donde había visto unas curiosas "ilustraciones", en una de ellas a un muchacho rubio. Indignada por no saber más se puso de pie y el largo cabello negro le cayó por los hombros contrastando con su pálida piel y banco camisón, con agilidad visto solo en bailarinas de ballet avanzó por la habitación sin pisar ningún dibujo hasta llegar a la mesa con la Bola de Cristal, aceró las manos en esta y miró las imagenes que allí había: El conde de Westhearth montado a caballo, en busca de un querido "regalo", el rubio.
La Skykeeper aburrida estaba y aquella Academia parecía un lugar de lo más interesante. Solo para entretenerse un rato y para saber cosas útiles de un futuro que algunas veces había visto en sueños corrió a su armario y lo abrió, buscando la ropa para ir hacia aquel lugar, solo alzó la voz para pedir ayuda a algún familiar:
-¡Amelia! ¡Amelia!- Los gritos dados por la melodiosa voz resonaron en todo el castillo.