Viejos tiempo-Flashback

Era un día de pleno sol, jugando alegremente en el jardín con una pelota de color naranja, con sus rodillas ligeramente enrojecidas por muchas caídas que la pequeña había tenido.

Una pequeñita de unos seis años, que solía caerse mucho por tropezar con piedras del jardín u otras cosas, usaba un vestido que le iba por encima de las rodillas y el cabello corto, por la mitad del cuello en un corte "carré", sus blancas mejillas ligeramente enrojecidas por todo lo que había corrido, miró alrededor buscando a su familiar:

-¡Hannah! ¡Hannah! ¡Ya dejamos de jugar a las escondidas! Ahora tengo una pelota- Infló las mejillas y frunció el entrecejo-¡La trajo papá!

Vio a lo lejos a los adultos sentados alrededor de una mesa, allí un joven hombre de unos 25 años estaba sentado, muy galán, de cabello negro y ojos de un azul muy claro y hermoso, iguales al cielo, dos perfectas esferas azules. Era de 1.80 de alto, delgado y desgarbado, atractivo a la vista de cualquier mujer, ninguna podría creer que es padre.

La niña lo miró y lo saludó, este le respondió el saludo con una sonrisa, luego volvió a charlar con el que parecía ser el padre de Amelia, era muy parecido a James Skykeeper por ser hermanos.

La niña luego buscó a Hannah entre los arbustos, llamándola varias veces.

Lanzó la pelota hacia Hannah esperando que la atrapara, creyendo que se le dificultaría por tener al conejo en ambas manos. Cayó sentada por la fuerza en que había sido lanzado la bola se cayó sentada, el vestido se ondeó un poco con la caída.

Parpadeó al notarse en el suelo e infló las mejillas, redondeándose más su infantil cara, arqueo las cejas y se le humedecieron los ojos, las rodillas ya le dolían por tantas caídas y ese era el colmo.

Así que, empezó a llorar.

James al notar el llanto miró en la dirección donde las niñas estaban, entonces suspiró y se levantó de la silla caminando hacia ellas

-¡Buaaaa!

Se abrazó a su papá con fuerza cuando este, con los oscuros ojos húmedos, resbalándosele las lágrimas por las mejillas, estas ruborizadas.

Miró a sus dos primas con ojos de pena, extendiendo sus manitos hacia estas. El mayor le dio palmaditas en la espalda buscando tranquilizarla

-Ya Maite, ya... Mamá se enojaría si te viese así...

-¡Uh...!-Al ser embestida se cayó al suelo, más cuando todo el peso de su prima le cayó encima, se le humedecieron de nuevo los ojos y se le cayeron lagrimitas ya que la caída le había dolido, le salió un quejidode dolor y empezó a llorar.

El mayor vio la escena consternado y un tanto divertido, susurando:

-Anda Maite, no llores, tus primas solo demuestran cariño... Ve a jugar con ellas.. Yo te estaré vigilando- Aquellas niñas no sabían nada, no podían entender del mundo esterior, pero Skykeeper en ese momento estaba en guerra y los adultos debían discutir con seriedad quien se iría del castillo a la pelea, ahora mismo James discutía eso con su hermano, buscando que no más Skykeepers murieran en la guerra como los padres de Hannah, que pobre niña los había perdido tan joven que ya ni se acordaba de ellos

James se acercó a su hermano Maicol y le palmeó el hombro, suspirando:

-¿Irás tú? ¿Y Lilia? No deseo que les pase lo mismo que a Jonathan y Charlotte-Dijo preocupado, el hombre recordó triste cuando a su esposa le tocó ir a la guerra y no volvió, solo una carta con un garabato, él le había tratado de enseñar a dibujar.
Se deprimió un poco y bajó la mirada, negando con la cabeza


Mientras le niña miraba a Amelia, pidiéndole ayuda, extendiendo una manito hacia ella.

-Supongo que me quedaré junto a Calain...-Dijo con remordimiento, odiaba quedarse bajo la protección del castillo mientras los demás arriesgaban la vida, volvió a tomar asiento junto a Maicol y apoyó los codos en la mesa, agarrándose la cabeza entre las manos-Por favor, vuelvan con vida, tú y Lia


Mientras tanto, ella tomaba con su manito la mano de Amelia, sonriéndole aún con algunas lagrimitas, se abraza a su prima y cierra los ojitos, su sonrisita hizo que se le formaran hoyuelos en las mejillas

La niña se fue hacia la mesa para, al ponerse en puntas de pie, "robar" unas hojas blancas y lápices de colores. Su padre la había visto hacerlo y este sonrió, pero hizo como que no se daba cuenta haciéndole creer a la niña que se había salido con la suya.

Fue hasta donde Hannah y Amelia estaban, mientras lo adultos seguían conversando.

Se quedó viéndolas saltar y jugar felizmente, mientras ella se sentó en el suelo y empezó a garabatear con los lápices de colores, formando un cielo azul con un amarillo sol y blancas nubes.

De sus labios salió la palabra:

-Skykeeper...- Lo escribió en el dibujo con un lápiz negro, la letra en imprenta pero se veía horrible, la "r" y las "e" las había escrito al revés.

Miró curiosa a las dos primas, cuando una pregunta se le cruzó por la mente, había escuchado una vez la conversación de los adultos y preguntó:

-¿Qué es La Guerra?

-Muchas gracias, Halusiguen, no deseo nada más. ¿Y tú hermano?- Preguntó James, tomando su taza con la mano y bebiendo un sorbo del té. Era adicto a los dulces, comer mucho de ellos le dejaba hiperactivo y lograba ver cosas raras, algo similar a estar drogado, de su adicción a las dulces sacaba la inspiración para dibujar sus caricaturas, que tanto encantaban a su hija. El hombre se llenó la boca de dulces e inclusive pensó en robarse las trufas, pero no lo hizo. Tonta e infantilmente, el hombre habló con su hermano Maicol con la boca llena.



Cuando escuchó la respuesta de Amelia, la niña solo ladeó la cabeza, sonriendo:

-¿Somos los buenos?-Dijo en tono risueño, aún con los lápies de colores, sentada en el suelo el vestido le llegó a cubrir las piernas, escuchó la palabra "trufas" y como tenía pegada la misma adición de su padre corrió a la mesa para tomar la que a ella le correspondía, al ver a su padre con la boca llena y tratando de hablar una risita como gorgojeo de bebé le salió de los labios, una risita alegre e inocente.

Nada sabía realmente de los horrores que más adelante le esperaban...

-Maicol, no te pongas así-Su hermano se levantó para ponerle la mano en el hombro, tratando de ser serio, pero tener la boca llena de dulce le impedía hablar bien y que la gente le entendiese bien. Maitena los miró, no comprendió el por qué de sus palabras, solo notó los ojos vidriosos de su tío, muy fácilmente los reconoció ya que a ella también se le ponían así.

Se acercó a Maicol y extendió su pequeña manito para tomar la de su tío y apretarla, dejó caer los párpados y le dedicó una tierna e inocente sonrisita, solo las que un infante puro puede dar, con un leve rubor en las mejillitas, formándosele hoyuelos en estas:

-Tío... ¿Venís a dibujar conmigo?-Preguntó la niña, que había dejado las hojas y los lápices de colores sobre la mesa y en su otra manito sostenía la trufa