La música pronto llegó a sus oídos y a tranquila melodía volvió a llenar la habitación, tranquilizadora como la brisa entre las hojas era claramente mágica. Lo que más adoraba de aquel rubio era sus tonadas que nunca había escuchado ni encontraba similitudes contundentes con las conocidas.
Su sonrisa se volvió amable y placida así como su mirada, sedado por la música hasta que esta fue rota por el golpear de la puerta. Sus dedos se apretaron contra el respaldo y su mirada se volvió severa observando la puerta - ¡¿Quién molesta?! – bramó sin importarle si era sirviente, criado o esposa. Una tímida voz femenina contestó - Señor Silvercraft. El señorito André Soult, hijo del Duque y Mariscal de Francia Jean de Dieu Soult con una acompañante. Desean verlo. – luego un leve silencio mientras el ojiazul quedó pensativo - Dígales que ya voy. – se levantó y pasó junto al rubio para acercarse al escritorio y tomar un periódico buscando entre sus hojas algo en particular. - Anthony, espero que no te moleste quedarte solo unos momentos. – alzó su mirada por encima del periodico para observarle.